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EP.6 Emprendimiento y Hostelería

Emprendimiento y hostelería

La historia detrás de Foodcoin

Todo comenzó con una idea que surgió en mitad del caos. En marzo de 2020, mientras la hostelería se tambaleaba por el impacto del confinamiento, Ricardo Marín y su equipo lanzaron “Adopta un Bar”, una plataforma solidaria que permitió a miles de hosteleros generar liquidez vendiendo consumiciones futuras. Aquella iniciativa, nacida en 24 horas, fue el germen de algo mucho más ambicioso: una moneda propia para el mundo de la restauración.


Foodcoin es el resultado de años de aprendizaje, pivotes y caídas. Una solución transversal para fidelizar clientes, generar datos útiles para el sector y transformar cómo pagamos cuando salimos a comer. Pero sobre todo, es el intento de construir un sistema que sirva tanto a los restaurantes como a los comensales.


El modelo de captación: del local al ecosistema

Durante los primeros pilotos en zonas como la calle Ponzano de Madrid, el 90% de las descargas de la app se producían directamente desde el restaurante. Con esto, el equipo entendió algo clave: Foodcoin no es una app para usuarios, es una herramienta para restaurantes. Son ellos quienes impulsan la adopción.


El enfoque recuerda al de las tarjetas de fidelización de supermercados y gasolineras. “Captamos restaurantes y los usuarios vienen solos”, dice Ricardo. Y tiene lógica: si al pagar con una tarjeta de Foodcoin te devuelven un 10% en saldo utilizable en otros locales, ¿por qué ibas a seguir pagando con tu tarjeta del banco?


Un modelo que ya convence a los grandes

Uno de los grandes activos de Foodcoin es su cap table. En él participan CEOs y altos directivos de grupos de restauración que controlan más de 3.000 restaurantes en España. Esa red ha permitido a la startup sentarse con todas las grandes cadenas, y muchas de ellas ya están en proceso de integración.


Algunas marcas conocidas que ya forman parte del ecosistema Foodcoin: Tony Roma’s, Carl’s Jr., Bresca, Solo de Croquetas o Garelos.


Fidelización, sin fricciones

Uno de los grandes retos del sector es que muchas soluciones requieren integraciones con los TPVs del restaurante, lo cual es una barrera técnica y económica importante. Foodcoin se salta todo eso: la app funciona sobre una tarjeta Visa propia que simplemente se pasa por el datáfono, como cualquier otra.


“Con tal de tener el código FUK del local, el restaurante no tiene que hacer nada más”, explica Ricardo. Eso hace que sea mucho más fácil escalar, incluso en locales franquiciados o sin capacidad tecnológica.


Una startup, con espíritu de banco

Aunque hoy Foodcoin es una herramienta de fidelización, su visión es mucho más ambiciosa: convertirse en “el banco de la hostelería”. Inspirado por el caso de Starbucks —que gracias a su sistema de rewards se ha convertido en uno de los mayores depositarios de efectivo de EE.UU.— Ricardo sueña con una plataforma que gestione datos, active campañas inteligentes, y permita incluso financiar nuevas aperturas o promociones a medida.


Ese plan incluye fases claras: fidelización, datos, retribución flexible, internacionalización y financiación. Y para eso, necesitan volumen: su objetivo para 2024 es superar los 1.000 restaurantes y llegar a break even en 2025.


Cripto sí, pero no ahora

Aunque el nombre pueda llevar a confusión, Foodcoin hoy no es una cripto. En sus inicios, el equipo coqueteó con la idea, pero el estallido del mercado y el rechazo institucional les obligó a cambiar de rumbo. “Solo por llamarnos Foodcoin nos cerraron puertas”, cuenta Ricardo.


Aun así, no renuncian a esa visión. Cuando haya usuarios suficientes y el modelo funcione, sí contemplan lanzar una moneda propia sobre blockchain. “El mundo cripto es perfecto para gamificación”, dice Ricardo, “pero primero hay que aportar utilidad y valor real”.


Mucho más que una app

Foodcoin es una startup, pero también es un estilo de vida para Ricardo Marín. Inversor en empresas como Manolo Bakes o De la Hoya, padre de tres hijos y emprendedor en serie, ha apostado todo por este proyecto. Hasta el punto de plantearse vender su casa si no cerraban la ronda anterior.


Su rutina incluye trabajar hasta las dos de la mañana, fines de semana incluidos. “Mis vacaciones se miden por resacas”, bromea. Pero todo está al servicio de una misión: construir algo que cambie la hostelería desde dentro.

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