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Lo que este año nos confirmó sobre producto

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Este año 2025 nos confirmó una lección que en producto se olvida con facilidad:

El avance no viene de acumular ideas, viene de decidir bien.

Existen equipos que ganan foco cuando renuncian pronto a funcionalidades atractivas pero irrelevantes.


Deciden antes de construir.

Ahí el producto se ordena y el trabajo tiene sentido.


También existen equipos que aplazan decisiones clave esperando más datos, más validación o más certeza. Esa espera suele transformarse en inercia.


Se construye sin un criterio claro y se valida tarde.

El problema no es técnico, es de dirección.


Hay patrones que se repiten de forma constante:

  • Cuando el problema está bien definido, las decisiones fluyen.

  • Cuando el problema es difuso, el roadmap se llena de parches.

  • Cuando alguien asume la responsabilidad de decidir, el equipo avanza.

  • Cuando la decisión se diluye, el producto se vuelve ruido.


Otra lección aprendida importante:

Velocidad a progreso

Los equipos que mejor funcionan no son los que más lanzan, sino los que saben decir no con criterio.


Menos features, más claridad.

Menos movimiento, más dirección.


Y una idea que aparece en todos los productos bien construidos:

La tecnología nunca es el punto de partida

Es una consecuencia. Primero contexto, luego decisión, después ejecución.


2025 nos ha servido para reforzar una idea que atraviesa cualquier buen producto.


El producto no es lo que se construye.

Es el conjunto de decisiones que marcan qué merece ser construido, cuándo hacerlo y, sobre todo, qué no. En Nomu partimos siempre de esta idea. Antes de entrar en código o herramientas, nos centramos en entender bien el contexto y tomar buenas decisiones. Porque ejecutar rápido una mala dirección sigue siendo un error.

El producto real está en decidir qué merece ser construido y qué es mejor dejar fuera.

 
 
 

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